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CLUB CABRANENSE DE LA HABANA.

 
Asociación creada en la capital cubana en 1912, durante una velada celebrada en la fábrica de dulces La Teresita, situada en la confluencia de las calles Monte y Rastro, en el barrio del Cerro, y a la que asistieron los cabraneses José Solares, Ramón Alonso Alonso (socio número 1), Fernando Corrales y Aquilino Alonso, a cuyos nombres se sumaron posteriormente los de Avelino Canellada, José Monestina, Manuel Prida, Ángel Préstamo, José García Otero, Luis Naredo, Luciano Peón, Julio Loustalot, Cesáreo González y Dionisio Peón. Desde su fundación, la tarea primordial del Club Cabranense fue la de colaborar en todo aquello que representara apoyo a los emigrantes nacidos en Cabranes. El Club estaba regido por un reglamento que constaba de 83 artículos y varios incisos en los que se estipulaba que la asociación era “una sociedad de instrucción, beneficencia y recreo” y que su finalidad consistía en “estrechar los lazos de unión y fraternidad entre los naturales de Cabranes y sus descendientes, así como propender al mejoramiento cultural y social de sus asociados”. Para el sostenimiento de la asociación, el reglamento señalaba que cada socio debía aportar una cuota mensual de cincuenta centavos, cuya recaudación era acumulada a fin de ir formando el capital o fondo general del Club, para ser posteriormente distribuido en la forma acordada y siempre respondiendo a las normas precisas de beneficencia, recreo e instrucción. El artículo 6 del reglamento determinaba la creación de las secciones de Beneficencia, Recreo, Propaganda, Instrucción, Comité de Damas (a cargo de Mirtha Canellada Rodríguez) y Comisión Electoral. Cada una de estas secciones funcionaba autónomamente, aunque todas ellas se integraban en el cumplimiento de los fines generales del Club. La sección de Recreo tenía a su cargo la organización de los festivales que se celebraban anualmente en honor de los asociados. La sección de Beneficencia contaba con una comisión encargada de visitar semanalmente, o cuando fuere necesario, a los socios enfermos y, en general, informar a la directiva de todo lo concerniente al espíritu de la sociedad. El Comité de Damas era el encargado de visitar a las asociadas enfermas y de contribuir a los menesteres de la sección de Recreo. Entre las contribuciones materiales del Club al concejo de Cabranes figuran, entre otras obras, las aportaciones para la construcción de la carretera de Viñón y de Gramedo, la instalación del teléfono en Santa Eulalia, la mejora de las escuelas de esta parroquia (iniciada bajo la presidencia de Faustino García, en los años 1930-31) y, en conclusión, cualquier tipo de obras que representaran progreso para Cabranes. A raíz de su fundación, fueron instituidos por el Club unos premios escolares como estímulo a la enseñanza, galardones que se otorgaban anualmente a los alumnos destacados. Por su parte, el citado Faustino García presidió a principios del siglo XX el denominado Comité Pro-Escuela de Santa Eulalia, en el que también colaboraron los señores José Corrales y Gervasio Miranda. Una de las principales funciones del Club era el mantenimiento de un panteón social, construido con fondos de la sociedad en el cementerio de Colón, de La Habana. Todos los asociados que contaran con más de un año de inscripción tenían derecho a ser inhumados en el panteón, cuyas primeras tentativas de creación fueron hechas en 1931 por los mencionados Faustino García (a la sazón presidente del Club), Ramón Alonso Alonso y Sabino y Ramón Moral.
 
En aquella fecha se nombró una comisión especial y fueron emitidos bonos de cinco pesos, los cuales se repartieron de puerta en puerta entre los asociados, resultando una recaudación de unos 500 pesos, que se destinaron a los primeros trabajos del proyecto del panteón. Asimismo, se organizaron jiras y prestaron también su colaboración particular los señores Gonzalo Corrales y Ramón Moral, quienes aportaron una fianza de tres mil pesos para garantizar la inversión económica del panteón. En la adquisición del terreno que ocupa el monumento funerario, cuyo costo fue de unos seiscientos pesos, intervinieron también los citados Alonso y Moral. El diseño artístico del panteón fue obra del cabranés Rafael Préstamo, y el escudo que aparece en la lápida fue obsequiado por el Comité de Damas. El Club Cabranense de La Habana fue presidido desde su fundación por los señores José Prida (dos períodos), Lucio Fuentes Corripio, Fernando Corrales, Ángel Préstamo, Cesáreo González, Avelino Canellada (dos períodos), Santos Rodríguez, Ramón Alonso, Ramón García, Faustino García (tres períodos), Gonzalo Corrales, Rafael Préstamo (dos períodos), José Joglar Corripio, Manuel Rodríguez Oro, Lorenzo Soto, Avelino Fernández Corripio y Manuel García Préstamo. Al advenimiento de la revolución castrista (1959), el Club Cabranense estaba representado por la siguiente junta directiva: presidente, Juan Madiedo Lavandero; vicepresidente primero, Ángel Monestina Valle; vicepresidente segundo; Francisco Álvarez Moreno; jefe de despacho, Enrique Monestina Fernández; subjefe de despacho, José Antonio González Corrales; tesorero, Juan Camino Corripio; vicetesorero, Ramón Alonso Moral. Tras la significativa merma de la población cabranesa en Cuba, el Club Cabranense de La Habana se extinguió en 1965, y el escaso número de naturales del concejo residentes en la isla se halla integrado en la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba, con sede en la calle Prado, número 309, de La Habana Vieja. (J. A. M.).

 
 

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