M. Alexander
Joachim Holinski fue el apoderado, en París, del financiero sevillano Alejandro
Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir (1785-1842), impulsor de la
carretera Carbonera y fundador de la Sociedad de Minas de Carbón de Siero y Langreo. El mismo año en que fallece Aguado, Holinski viaja a Asturias y, al
año siguiente, aparece en París el folleto titulado Coup d’oeil sur les
Asturies. Notes extraites d’un voyage en Espagne, firmado con las iniciales
A. H. y donde su autor describe las impresiones de lo que ha visto en su
recorrido por el Principado el año anterior. En 1956, Ignacio Herrero de
Collantes, marqués de Aledo, publica en castellano el librito de Holinski, bajo
el título de Una ojeada sobre Asturias. Las apreciaciones del francés
acerca de Asturias (Oviedo, Gijón, Avilés, minería, agricultura, Covadonga,
Villaviciosa, Valdediós, etc.) se complementan con la descripción de sus
visitas al yacimiento carbonífero de
Viacaba y tierras de los
alrededores, que él describe así: “Esta campiña, que abarca Villaviciosa,
Valdediós, Rosadas [Rozaes],
Viñón y
Santa Eulalia, aparece, cuando
sale un sol espléndido, como una estancia encantadora. Por eso nos decidimos
pronto a pararnos unos cinco o seis días, eligiendo Villaviciosa como lugar de
residencia […]. Varias veces fuimos a Viñón; hasta hicimos allí algunas
investigaciones en capas de
hulla que parecían prometer grandes riquezas.
Sin embargo, estos trabajos, cuyo resultado no fue satisfactorio, no absorbían
todo nuestro tiempo. Este estrecho valle, o más bien esta estrecha garganta, es
interesante de estudiar. Recorrí las aldeas que se encuentran diseminadas y
subí a las cimas más elevadas de la doble hilera de montañas que divide un
transparente y armonioso riachuelo. Cabrera [
Peña Cabrera, monte donde
actualmente se emplaza el área recreativa del mismo nombre, en el límite del
concejo de Villaviciosa] es el punto más alto que se ofrece a la vista del
hombre, a la que fascina por la forma extraña de su cumbre, que semeja un gorro
frigio de una manera tan sorprendente que la roca, redondeándose de repente,
viene a contrastar por su color gris sobre el verde que cubre el resto del
monte” (J. A. M.).