Hijo de Manuel
Peón Riaño y Rita Cuesta Rodríguez, nació en
Carabaño el 9 de octubre de
1860 y falleció en La Habana
el 13 de diciembre de 1923. Cursó las primeras letras en la escuela de
Viñón, de la que era titular su tío abuelo Casimiro Rodríguez. Más tarde
asistió a la de
Santa Eulalia,
a cargo entonces de Lorenzo Arango y Galiano. A los once años se separa de sus
padres y pasa a vivir con sus tíos a Sevilla y seguidamente se traslada a
Madrid, donde permanece algún tiempo trabajando en el servicio doméstico. De
espíritu inquieto, emprende la aventura de América, y el 24 de junio de 1876
desembarca en La Habana,
apenas cumplidos los 16 años de edad. En la capital cubana desempeña múltiples
oficios, entre ellos el de repartidor de pan a domicilio. Ingresa en una
empresa tabaquera y simultanea este nuevo empleo con la ampliación de sus
estudios, algunos de los cuales sigue en el Centro de Dependientes. En 1887
publica en la revista habanera El progreso mercantil una serie de
artículos en los que aboga por la implantación del descanso dominical de los
empleados comerciales. Contrae matrimonio con la madrileña Elvira Ardavín y,
tras la guerra de independencia cubana (1898), Peón se traslada con su familia
a Madrid, donde permanece dieciocho meses. Vuelto a La Habana, fija aquí su
definitiva residencia. Hombre inquieto culturalmente, en 1910 organiza en la
capital cubana un homenaje al poeta español Salvador Rueda, con quien mantiene
correspondencia a partir de entonces. Rueda le dedica un poema titulado “Con el
oído en tierra”, aparecido en una antología publicada por el escritor andaluz.
La dedicatoria dice: “Al insigne pensador Dionisio Peón”. Dionisio Peón, que
rechazaba la proliferación de asociaciones cabranesas en La Habana, defendía la
unificación de los naturales del
concejo en una sola agrupación. Entre los
cargos que ocupó figuran los de consejero del Banco Español de La Habana, presidente de la
sección de Asistencia Sanitaria de la Quinta Covadonga
(1912), vocal del Centro Asturiano de La Habana (1917), vicepresidente segundo (1920) y
vicepresidente primero (1921) de la misma entidad. A su fallecimiento, su
cadáver fue tendido en el pabellón “Asturias” de la Quinta Covadonga
y allí se le hicieron guardias de honor por parte de diversas representaciones
regionales de la colonia española de
Cuba. Sus restos reposan en el
cementerio de Colón de La
Habana, y la memoria del distinguido cabranés está perpetuada
en un busto auspiciado por el
Club Cabranense de La Habana y erigido en los
jardines de la Quinta
(J. A. M.).