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Rodríguez,José María

 

Una de las figuras más destacadas de la masonería asturiana, con proyección nacional e internacional y que, junto al también asturiano Augusto Barcia Trelles, compartió durante un tiempo el gobierno del Grande Oriente Español. Rodríguez nació en Bospolín, en marzo de 1872, y en esta aldea transcurre su primera infancia para, ya con diez años,  trasladarse a la Argentina. Regresa en 1905 y fija su residencia en Gijón, vinculándose políticamente, primero con el republicanismo federal, el cual abandona para militar en el Partido Reformista de Melquiades Álvarez, circunstancias que han llevado a algún historiador a confundir a José María Rodríguez con otro José María Rodríguez, alias Pepín Rodríguez, hijo del propietario del Banco de Gijón, Florencio Rodríguez, y que, siendo a la vez consejero de diversos Bancos asturianos, optó también por la política y llegó a ser diputado por Villaviciosa en 1914 y 1916, aun cuando tenía su domicilio en Gijón.

José María Rodríguez aspira al acta de diputado, aunque la aquiescencia de Melquíades Álvarez le inclina a presentarse por el mismo partido,  pero a las elecciones municipales de Gijón, en las que sale elegido y es nombrado teniente alcalde en el año de 1909.

En el banco consistorial están sentados a su vez diversos masones, o que lo serían en breve, como Casimiro Acero, Antonio Morillón, Gervasio de la Riera y, junto a ellos, los trabajadores del Ayuntamiento Alberto de Lera y Morilla Solís.

Como concejal, José María Rodríguez se fija un objetivo primordial basado en que el puerto de El Musel se convierta en punto de atraque y escala para los vapores trasatlánticos, a cuyo proyecto se vincularán prohombres como Antonio Morillón (consignatario) o Justo del Castillo -que tenía grandes fincas en la zona donde se pensaba construir dicho puerto-, y que todos comparten con José María la condición de ser o haber sido francmasones. A mediados del mes de diciembre de 1910, José María Rodríguez presenta ante el Pleno de la Corporación la renuncia al acta de concejal, por tener que ausentarse temporalmente y no poder ejercer con asiduidad el  cargo. No se le acepta la dimisión, y se opta por concederle una licencia temporal, aunque él alega que permanecerá en Barcelona y en Madrid durante un largo tiempo. José María Rodríguez es también uno de los masones más antiguos de las logias asturianas; su andadura comienza el 15 de diciembre de 1911, a través del ritual de iniciación y teniendo que pasar, como es preceptivo, por las pruebas de fuego, aire y agua, así como observar detenidamente en un espejo reflejado quién es su peor enemigo, tras lo cual es aceptado como miembro de pleno derecho en el taller, en calidad de Aprendiz (1º), en el triángulo AMESE, en el cual, además, se impone el nombre simbólico o alias de "Argentino". El triángulo AMESE es el punto sobre el cual se reorganiza la masonería en Asturias, tras el largo paréntesis del 98. El nombre de este triángulo es la conjunción de los nombres correspondientes fundadores: Francisco Seguí Marty, Nicanor Alonso Maceda y Luis Medina Farias.

 

En marzo de 1912, José María Rodríguez obtiene el grado de Compañero (2º), que se le otorga por delegación en la logia "Ibérica de los Valles", de Madrid, donde estaba asistiendo a diversos trabajos.

Mientras permanece en el taller gijonés, desarrolla las labores de dirigir la marcha de los "obreros" -nombre con el que también se distinguen los francmasones: a los llamados masones especulativos se les denominó "obreros de la Inteligencia", diferenciándolos así de los llamados operativos, quienes se denominaban "obreros libres"- durante las diferentes ceremonias, y de introducir y acompañar fuera del templo a los hermanos, colocándolos según cargos y dignidades, tal y como corresponde en logia al cargo de Maestro de Ceremonias. En 1912, el triángulo AMESE da paso, por el número de miembros que lo constituyen, a que se pueda levantar una "logia Justa y Perfecta", ya que se cumplen los estatutos; se levantan columnas de logia en el mismo valle y, en honor del gran patricio e ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, se constituye así la primera logia del siglo XX: la logia Jovellanos, con el número de matrícula 337, y en la que a José María Rodríguez le corresponde desempeñar en esos momentos el cargo de 2º Vigilante.

El estilo de los trabajos de Rodríguez lo muestra esta plancha grabada que presenta al auditorio masónico de la Jovellanos: "Habiendo circulado noticias contradictorias sobre las armas que han salido de nuestras fábricas nacionales, con destino a los monárquicos portugueses, y como, al parecer, ha intervenido en estos manejos el representante de una República americana, vengo a someter a vuestra consideración lo siguiente: Que esta respetable logia se dirija al Gran Consejo de la Orden, suplicándole interponga toda su alta y poderosa influencia ante los organismos de las demás potencias masónicas, para lograr que su Cónsules y Vicecónsules sean francmasones, pues ocurre que en la actualidad son representantes de esas naciones en las nuestras personas antagónicas al progreso, sino todas, por lo menos la gran mayoría. Que nuestro Gran Orador, caso de conseguir lo que se pretende, facilite en cada localidad los nombres de una terna para cubrir dichos cargos y proponer a nuestros hermanos para su desempeño. La razón que me mueve a someter a vuestra consideración esta proposición, es que los trabajos que en compañía de otro hermano hicimos para evitar que de nuestro país salieran pertrechos de guerra para perjudicar la causa la libertad y el progreso de en Portugal".

La plancha prosigue con una detallada lista de armamento salido de la fábrica de La Vega, de Oviedo, y diversas especificaciones acerca de los kilos que se facturaron, el tipo de armas y sus destinatarios, y comentando que para el trámite se prestó un Vicecónsul americano, "como que dichas armas habían sido facturadas para dicho país".

La logia hace suya tal plancha y la envía al Gran Consejo para que haga las gestiones pertinentes, quedando los "obreros de la logia" a disposición del Gran Consejo a fin de llevar a cabo cuanto se estimara oportuno. Ésta es un plancha importante, pues es de las pocas que tenemos de este francmasón antes de llegar a los grados filosóficos, y es un documento en el que deja claras sus posiciones de intervención y, además se comprueba con ella que en el seno de las logias, además de tratar los temas del Rito y el significado simbólico de las herramientas, se debatían temas de rabiosa actualidad.

 

El ya Hermano masón, "Argentino", comienza su rápido ascenso en la masonería a partir de su ingreso en la Cámara del Medio, cuestión que se produce el 13 de junio de 1913, en la que se le exalta a Maestro (3º). Al año siguiente ejerce de Venerable, o sea, como presidente de la logia, ostentando  el grado capitular de Maestro Perfecto (4º). En 1915 se le otorga el grado de Maestro Elegido de los Nueve (9º), para concluir en 1916, en los llamados altos grados administrativos, ya que, por acuerdo unánime de la Asamblea, se le otorga el grado de Soberano Gran Inspector General (33º), último grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que se denomina Supremo Consejo y cuyo juramento de grado está firmado de puño y letra y se encuentra incluido en su expediente personal:

"Juro por mi honor y fé masónica, cumplir con exactitud, constancia y firmeza y en todas las ocasiones de mi vida, los importantes deberes que me impone el grado de Soberano Gran Inspector General del Grado 33, y último del Rito Escocés Antiguo Aceptado, que me ha sido conferido por el Grande Oriente Español en Supremo Consejo del G\ 33º [ ...]. Declaro que, reconociéndome Hijo de la Ciencia y de la Verdad, prometo como tal propagar nuestras doctrinas y emplear mis facultades, mi influencia y mi oradito, para educar y servir eficazmente a mis semejantes los hombres de todos los orígenes y de todas las creencias, y más particularmente a los verdaderos masones, mis hermanos".

Tras la articulación de la Gran Logia Regional del Noroeste, este francmasón pasa a formar parte del ente coordinador, apoyando decididamente proyectos como la Escuela Neutra, a la cual dona una serie de materiales didácticos y sufraga parte de los costos, no sólo de este proyecto, sino también de la construcción, de la que va ser la sede de los talleres masónicos asturianos y de la Sociedad Amigos de la Enseñanza, que llegó a presidir. En el ámbito político hay que anotar que ejerció como presidente del Centro Instructivo Republicano de Gijón.

En 1916 traslada su domicilio a Madrid, aunque sigue inscrito en la logia Jovellanos 1, constituyendo una de las grandes dignidades de la Orden, al formar parte del Gran Consejo, como vocal. En junio de 1924, al constituirse el Consejo Federal Simbólico  del Gran Oriente Español (GOE), se le elige Gran Maestro, cuyo cargo estaba vacante desde hacía dos años.

Con la llegada de la Dictadura de Primo Rivera, la masonería española, que ya venía arrastrando desde 1920 la idea de una reforma de su constitución, en base a una reorganización más autonomista, trae consigo la institucionalización de las Grandes Logias Regionales, que asumen el poder legislativo del GOE, en su rama simbólica, y se suscribe un pacto con el Supremo Consejo 33º para reconocer dicha independencia del simbolismo y la autonomía de las Grandes Logias Regionales.

El Consejo Federal era un alto organismo ejecutivo y coordinador, que cumplía con las aspiraciones y expectativas de cohesión entre las grandes logias, aunque en las zonas más autonomistas no se veía con buenos ojos tal órgano ejecutivo, que se interpretaba como otro cuerpo central de Madrid, según lo calificaba Portela Valladares, que a la sazón había sido uno de los cooperantes en la reorganización federada de las logias en 1922 y, por tanto, miembro de la Gran Logia Regional del Noroeste, desde su taller en Galicia.

 

En esa viva polémica vivió José María Rodríguez, pues en octubre de 1924 tiene que ocupar esa Gran Maestría con parte de toda su problemática, que tal, y como nos cuenta la profesora Gómez Molleda, estaba en estas condiciones "[...] los Altos Grados del filosofismo, sobre todo algunos miembros o pertenecientes al supremo Grado 33, entendían que los escarceos políticos del Grande Oriente eran inadmisibles desde el punto de vista masónico, dado que sus planteamientos rebasaban los de cualquier escuela política o social. Para la familia filosófica, la violación del principio del apoliticismo se debía presumiblemente a que los hermanos de pequeño grado no conocían en profundidad la doctrina de la Orden. La política de la masonería debería consistir únicamente en transformar a los hombres de todas las esferas sociales en amantes de la libertad, de la fraternidad y del progreso, mediante los órganos previstos para ello y avalados por una experiencia secular. Por su parte, los miembros del Simbolismo -los de pequeño grado, Aprendiz, Compañero y Maestro- alegaban que el concepto de apoliticismo no podía significar de ningún modo desistimiento y despreocupación de los grandes problemas de gobierno que podían interesar al país Y cuya referencia tomaban los hermanos menores de las posturas que estaba tomando la Masonería francesa e italiana, muy implicadas en los procesos políticos del momento".

Entre 1925 y 1926, José María Rodrígurez simultanea su cargo con el de Gran Diputado, representando a la Gran Logia Regional del Noroeste ante el Gran Consejo Federal Simbólico. Este alto organismo se había trasladado a Sevilla tras la Asamblea extraordinaria de julio de 1926, en la cual se firma el pacto federal. La Gran Maestría de José María se considera como un equipo de transición o de consenso entre los poderosos Grande Maestres que presidían las Grandes Logias Regionales, que se mostraban un tanto rebeldes ante la autoridad del Gran Consejo del Grado 33º.

A consecuencia de los problemas por los que pasaba el Gran Consejo y tras el denominado "affaire" Torres Campañá, quedan descabalgados los dos asturianos (Augusto Barcia y José María Rodríguez), cesando en su grado y cargo de Gran Maestre en mayo de 1926. Durante su mandato se puede decir que se consolidó el régimen autonomista de la obediencia, que fue presidido por la articulación de las Grandes Logias Regionales, aprobadas definitivamente en 1922.

Dentro de la región asturiana, las tensiones están a flor de piel, como así se manifiesta en una "plancha grabada "del 12 marzo de 1928, en la cual los Venerables Maestros de las logias Jovellanos nº 1 y Riego nº 2 de los Valles de Asturias, se dirigen al Gran Consejo Federal Simbólico, con sede en los Valles de Sevilla, en los siguientes términos: "[...] para que efectúe los requerimientos necesarios con respecto al poderoso hermano José María Rodríguez, por haberse plantado en estos valles y empezar a suscribir a hermanos francmasones al Boletín del Supremo Consejo".

 

Puesto que los Venerables Maestros entendían la acción propagandística del hiramita "Argentino" como una invasión de su jurisdicción, y cierta intromisión en los distintos talleres por un alto miembro del Consejo, reúnen a los hermanos en sus respectivas Cámaras, de Aprendiz, del Medio y la de Maestros, bajo el amparo de la GLRN, y resuelven exponer al citado Gran Consejo lo siguiente:

"1º / Haber visto con simpatía y agradecimiento la certera actitud adoptada por los VVne:. MM:  De las RR. Logias Jovellanos y Riego, en el asunto de la suscripción al Boletín del Supremo Consejo del Grado 33º. 2º / Que por este Alto Cuerpo, se haga llegar al S: Consejo del Grado 33º las contrariedades que produjo a los hh.. de estos valles el acto del Gran y Poderoso H. José Mª Rodríguez, al insistir en la obtención de suscripciones al Boletín, pues consideran esta aptitud como una suplantación de la autoridad de los Venerables Maestros sobre las obras de las Logias, ya que ellos no intensificaron esta campaña debido al esfuerzo que los hermanos estaban haciendo con la construcción del templo y sede de la Gran Logia Regional del Noroeste. Firman el documento Alberto de Lera, como Gran Venerable Maestro de la GLRN, y López del Villar, como Gran Secretario de la GLRN. Ambos dos líderes asturianos abanderan una opción de un mayor compromiso social y político por parte de la orden y elevan pues estas consideraciones para que el Gran Consejo Federal Simbólico proceda como crea conveniente".

Esta exposición en forma de plancha viene a demostrar la actitud beligerante de los Grandes Maestros de las Grandes Logias Regionales, que veían por parte de algunos del Gran Consejo del Grado 33º, un intento de socavar de algún modo el poder y reputación de los responsables del simbolismo y, por ende, los acuerdos que se habían ido tomado al respecto de la separación entre los grados simbólicos y filosóficos. Meses más adelante se celebraría en Asturias la VII Asamblea Nacional Simbólica del Grande Oriente Español, en Gijón, entre los días 18 y 24 de junio de 1928. José María, ante toda la problemática que se genera, reacciona solicitando su plancha de quite de la logia  Jovellanos 1, para inmediatamente incardinarse definitivamente en los valles de Madrid, en el seno de la logia Condorcet nº 13, que había fundado su amigo Augusto Barcia y refundada en 1929 para mantener erguida la bandera del apoliticismo, frente a la implicación política y social cada vez más intensa de la orden masónica y que, entre otros, lideraban Martínez Barrio o Portela Valladares. El conflicto entre ambos dignatarios, Alberto de Lera y José María Rodríguez, está presente dentro de la Obediencia; de hecho, en una carta que Alberto de Lera envía a Demófilo de Buen y Martínez Barrio, en noviembre de 1928, con motivo de su no asistencia a la Asamblea de Supremo Consejo del grado 33, debido a problemas de salud, les recuerda lo siguiente: "Desde que con Uds. hablé de mi pleito con José María Rodríguez, no he vuelto a charlar con nadie del asunto, y como Uds. están perfectamente enterados de todo, y si algún dato precisan estoy, dispuesto a facilitarlo, quedan plenamente autorizados para darle la solución que estimen más conveniente para la buena armonía y marca de los trabajos".

A la muerte del Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 del GOE, se celebran elecciones, y serán otra vez los dos asturianos los que ocupen el vértice de la pirámide: Augusto Barcia, como Soberano Gran Comendador, y  José María Rodríguez, como Teniente Gran Comendador. José María Rodríguez fallece el 11 de diciembre de 1934, en su domicilio de Madrid, ciudad donde actualmente está enterrado (Víctor Guerra).

 

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