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Masonería

 
No existió en Cabranes lo que puede entenderse como masonería propiamente establecida, sino masones practicantes, bien naturales del concejo u oriundos de otros lugares.  Pese a ello, contamos con testimonios fehacientes de que pudo haber habido alguna tentativa concreta que trascendiera la mera asociación nominal. Se basa esta estimación en el hecho de que uno de los alma máter masónicos del concejo, Cesáreo del Valle Junco, en algún momento entrevió la posibilidad de poder establecer un taller, triángulo o logia en su tierra natal, y para ello depositó su confianza en varios autóctonos que llevó hasta los “templos de la sabiduría hiramistas”, las logias, y en los indianos, nunca expresó en las cartas que cruzó con las altas jerarquías. 
 
A tenor de las diversas recensiones biográficas incluidas en esta Enciclopedia, la concentración de masones en Cabranes ha sido importante, y de alta calidad y cualidad, aunque se ignora si pudo haber habido contactos respecto a personalidades como, por ejemplo, las de José María Rodríguez y Cesáreo del Valle, cuya orientación y mediación habrían significado un importante aporte para los proyectos de establecer un taller en Cabranes.
 
Independientemente de la semblanza personal de cada uno de los masones cabraneses destacados, podrían señalarse algunas curiosas particularidades relacionadas con la firma de algunos de aquellos masones que sirvió de pista a los distintos servicios policiales, que consideraron como prueba suficiente la signatura de ciertos personajes para calificarlos de adeptos o cofrades, debido al hecho de que, junto a sus firmas, aparecían los tres significativos puntos. Ha de tenerse en cuenta que los masones utilizan los tres puntos en triángulo como abreviatura y significación de su militancia masónica. Tal fue el caso de Froilán Obaya, a quien se le propuso como miembro de la Junta Gestora del Frente Popular por Izquierda Republicana. El propio alcalde, Juan Fernández Quirós, en el acta del pleno del 16 de febrero de 1933, firma también con los tres puntos (),  al igual que los tenientes alcaldes Evangelista Venta o Aurelio Piñera, elegidos en mayo de 1936.
 
La información que poseemos acerca de la intención de levantar un taller masónico en Cabranes nos la aporta la carta que el Venerable Maestro de la logia Jovellanos 337, Alberto de Lera, escribe el 4 de junio de 1923, a la Comisión Liquidadora de la Obediencia, en la cual hace saber que “en breve se instalará una logia en Cabranes, con asistencia de hermanos de la Jovellanos 337 y algunos otros provenientes de Cuba y Argentina”. 
 
Lo cierto es que, si comprobamos las fechas de iniciación masónica, constatamos que los nombres más viejos en la masonería lo representan los de Cesáreo Lavandero (1918) y Del Valle  Junco (1921). Luego, iniciados en 1922, figuran Corrales Sánchez; Corrales Huerta, Alfonso Benigno Naredo, Enrique Calle Revorio  y, a partir de 1925, Aurelio Piñera Corrales, Luis Corrales Oro, que solicita la entrada, y Juan Rodríguez Naredo.
 
En consecuencia, existía en el concejo un grupo lo bastante nutrido como para empezar a dar los primeros pasos y llegar a constituir, en el lapso de unos dos o tres años, una logia cabranesa, si tomamos como referencia la fecha en que Cesáreo del Valle se inicia como masón, y si también Cesáreo Lavandero hubiera formado parte del proyecto, lo cual habría conducido a la frontera de 1925/1926, e incluso antes, a la posibilidad de una logia, beneficiada con la incorporación de masones de ultramar que, una vez regularizados sus títulos y grados en la masonería astur, hubieran dado un impulso importante al proyecto.
 
Pero las referencias son escasas y, por tanto, lo que podemos hacer es especular sobre un proyecto “que parecía estar hecho” y que, sin embargo, se fue quedando en el olvido sin que nunca más se supiera de él, ya que, por otra parte, a partir de 1925, vemos que, a la vez que surgen nuevos elementos, también hay otros que renuncian, pues a buen seguro que pesaba sobre ellos el impedimento de cotizar mensualmente a la Obediencia, además de tener que acudir a Gijón, una o dos veces al mes, para efectuar las tenidas.
 
El motivo que podría aducirse ante la evidencia de aquel proyecto cabranés, hay que buscarlo en varios parámetros, como pueden ser las difíciles y complejas relaciones personales de Cesáreo del Valle Junco y Cesáreo Lavandero con su entorno más inmediato. Téngase en cuenta que hay un numeroso grupo de masones en Villaviciosa y en Nava y, sin embargo, nadie acude en auxilio de los cabraneses, ni éstos parecen estar relacionados con los otros Hermanos en Villaviciosa y Nava. Cabe suponer que se veían, hablaban e incluso se acompañaban con motivo de sus periódicos desplazamientos a Gijón, pero poco más..
 
Además, en el proyecto estrella de los masones villaviciosinos, en el Ateneo Obrero tampoco se detecta la presencia de masones cabraneses echando una mano para lanzar el proyecto en que estaban empeñados unos cuantos masones de Villaviciosa.
 
Otro factor que no hay que no hay que desechar es que en el concejo de Nava están Rafael Zapatero y Gustavo Acebo, tirando en fechas parecidas, por otro presumible proyecto masónico. Alrededor de este proyecto tampoco es que se nucleara un importante número de hiramistas, pero no por ello cejan en su empeño. De todo ello parece desprenderse una realidad: los escasos talleres que se dan fuera de la órbita gijonesa. Oviedo termina contando con algún taller, pero algo más tardío. El desarrollo de la Gran Logia Regional del Noroeste no estaba muy por la labor de crear talleres fuera de su ámbito más cercano, pues, de otro modo, no se entiende cómo no se impulsa el taller cabranés, contando, además, con los efectivos que había alrededor.
 
Fuera como fuere, tal vez mediaban en la cuestión —más o menos solapadamente—  la tradicional influencia de la Iglesia y sus relaciones con los distintos masones,  así como las propias orientaciones políticas de cada grupo.
 
En conclusión, y pese al intento de Lavandero y Valle Junco, Cabranes nunca pudo contar con un taller masónico. Queda pendiente de estudio por parte de los investigadores locales la proyección social de  aquel grupo de masones, y si éstos tenían ya constituido un “pul” de proyectos, o estaban implicados en los diferentes planes educativos que se dieron en Cabranes, donde, como se dijo en alguna intervención pública, se achacó su lanzamiento a la labor eclesial y, como se dice arriba, se mantiene sin despejar la implicación del magma masónico que existía en el concejo y su vinculación a los aspectos de sociabilidad que sostiene la acción masónica (V. G.).
 

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